La Plataforma de Edificación Passivhaus afirma en un comunicado que las características de confort térmico y acústico, eficiencia energética y calidad del aire de una construcción bajo el estándar Passivhaus son manifiestamente superiores a las de una edificación convencional que cumple con los mínimos del vigente Código Técnico de la Edificación (CTE). La gran pregunta que ahora se plantea es si esa mayor calidad implica obligatoriamente un mayor coste de construcción y si, al final, el promotor obtendrá una rentabilidad igual o mayor.
Tres desarrollos presentados durante la última Conferencia Española Passivhaus celebrada en Madrid avalan cómo la industrialización de las técnicas de construcción y otros factores, como la necesidad de implementar sistemas de climatización y/o calefacción reducidos, están consiguiendo alcanzar mayores cotas de eficiencia energética y calidad en los edificios, permitiendo su certificación Passivhaus sin aumentar el coste por metro cuadrado construido.
En esta cita, José Luis Mateo y Alfonso González, diseñadores passivhaus del residencial Passiv-Imaginalia, dos bloques de nueve viviendas edificados en Albacete, demostraron con un análisis de costes que, pese a la mayor inversión que suponen la mejora de las condiciones de hermeticidad de las envolventes y los sistemas de ventilación con recuperación de calor que exige la norma Passivhaus, se puede conseguir un coste final incluso por debajo del coste de edificación tradicional. Explicaron entonces que ellos lo consiguieron mediante la aplicación de técnicas industrializadas en la envolvente del edificio, sumado a los ahorros en costes en equipos de climatización, que, gracias a las condiciones de aislamiento y hermeticidad, pueden ser de menor potencia al estar menos solicitados por las condiciones del edificio.
Finalmente, los costes de construcción del edificio Passiv-Imaginalia quedaron un 2% por debajo de los costes calculados para una construcción tradicional. Como, además, las condiciones de confort y ahorro energético que avala el certificado aportan un mayor valor de mercado, la rentabilidad de la promoción ha sido superior a la que se hubiera conseguido construyendo bajo los mínimos que marca el CTE.
Otro caso también certificado bajo el estándar Passivhaus es el Residencial Solano, un edificio de 166 viviendas destinadas al alquiler en Valdemoro (Madrid). En este caso, se aplicaron también medidas de estandarización e industrialización en la construcción. Alba María Sánchez, arquitecta del Grupo Lobe, constructor del proyecto, afirmaba en la 16ª Conferencia Española Passivhaus: “El coste del edificio ha sido de 925 euros por metro cuadrado, por debajo de la media nacional de 1026 euros por metro cuadrado”.
Si estos testimonios avalan la rentabilidad de construir edificios nuevos bajo el estándar Passivhaus, ¿qué ocurre cuando se trata de rehabilitar edificios antiguos?
José Rodríguez, director técnico de Comamsa, empresa que emprendió la rehabilitación del edificio de 22 viviendas construido en 1972, situado en la calle Cartagena de Madrid, con la certificación Enerphit (nombre que recibe la certificación Passivhaus para inmuebles rehabilitados), presentó en el mismo foro una comparativa de costes que demuestra que rehabilitar bajo el CTE habría supuesto un ahorro de apenas un 5,63%, diferencia que consideró muy aceptable dadas las mejoras de confort y ahorro energético aportadas a las viviendas y su reflejo en el valor en el mercado inmobiliario.
Además, un reciente estudio de IESE indica que la existencia de una prima verde en el valor de las viviendas provoca que las viviendas menos eficientes (clases E, F o G, el 95% del parque edificado) se revaloricen entre un 9% y un 11,6% cuando mejoran sus condiciones y pasan a la clasificación A, la más eficiente (que alcanza sobradamente cualquier inmueble certificado Passivhaus). Por lo tanto, rehabilitar mediante el estándar Passivhaus resulta ventajoso, además de por las mejores condiciones de confort y habilidad, por su rentabilidad económica, aun sin tener en cuenta la reducción en la factura energética acumulada durante toda la vida útil del inmueble.
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