Con una visión multidisciplinar, GCA Architects apuesta por la sostenibilidad, la eficiencia y la innovación. En sus proyectos, concebidos como parte del entorno en el que se ubican, la tecnología convive con la artesanía, a través del uso de materiales, como la terracota de la fachada del edificio Smart 22@, y con el arte, como formas de elevar los espacios y respetar su esencia original.
El proyecto se debía diseñar bajo los estándares de sostenibilidad LEED, bienestar WELL y conectividad SMART y WIREDSCORE con el objetivo de obtener la máxima calificación en cada uno de ellos. Además de la lógica de diseñar una construcción estéticamente agradable y funcional, en el que poder desarrollar la actividad administrativa de la manera más eficaz y confortable posible. Buscando la máxima cantidad de luz natural al tiempo que protección solar, rincones exteriores, lugares de vida en comunidad... En definitiva, un edificio de oficinas con espacios de calidad.
El hecho de ubicarse en un entorno con una tradición industrial muy potente, que simplemente no podíamos obviar. El barrio del Poblenou es una de las zonas con mayor historia de la ciudad de Barcelona y era clave hacer una pieza que se integrara en este entorno y bebiera de esa tradición, que fue el motor de la Catalunya industrial.
Principalmente a través de una volumetría, que responde a su entorno y mediante el uso de materiales de la época, como es la terracota. En este caso, reinterpretando el ladrillo manual de las chimeneas del barrio con unas piezas de extrusión de gran formato.
Un diseño acertado. Ser capaces de reivindicar el pasado industrial, sin caer en un diseño que interpretase torpemente la lectura de las antiguas chimeneas y fábricas textiles del lugar. Al tiempo que debíamos crear una imagen moderna y adecuada a las nuevas formas de trabajar.
Salvo algún pequeño ajuste menor propio de la evolución natural del proyecto, lo cierto es que tuvimos la idea muy clara desde el primer momento. Esto es debido a que ya habíamos hecho una reflexión previa y conocemos muy bien el lugar.
Está en todas partes, desde los paneles fotovoltaicos de silicio amorfo, integrados en los vidrios de las fachadas Sur, hasta las sondas de CO2 de las salas de reuniones. Todo se ha pensado con una perspectiva de tecnología al servicio de la edificación, para mayor confort del usuario. Esto implica pensar que todo puede optimizarse, monitorearse o gestionarse de una manera más eficiente, mediante la integración de sondas, sensores y tecnologías punteras que logran que el edificio funcione mejor en todos los sentidos.
Por ejemplo, la capacidad de reaccionar a los diferentes escenarios, es decir, ante una baja ocupación en las salas, el clima puede ajustarse automáticamente, para mayor ahorro energético. También permite el mantenimiento preventivo de las instalaciones, lo cual evita mayores costes de reparación y una mayor vida útil de las mismas.
En términos de calificación, claro. Es un motivo de orgullo y la traducción de nuestro compromiso con aportar algo significativo a la ciudad y sus habitantes. Para nosotros, hacer arquitectura implica precisamente eso, ampliar la visión y la proyección del propio edificio, integrándolo en una escala mayor que beneficie a toda la ciudad.
La terracota es un material muy honrado en el sentido que no precisa de pinturas ni protecciones de ningún tipo, el color que presenta es natural, así como las destonificaciones o irregularidades. Es un material muy agradecido desde esta perspectiva y con una carga artesanal muy interesante. La extrusión nos permite adaptarla a técnicas de fijación para fachada ventilada a perfiles para revestimiento de paredes interiores y ofrece múltiples geometrías, como las baguettes, que aportan mayor textura a la fachada y nos permiten crear filtros de luz sin perder vistas.
Creemos que la buena arquitectura, entre otras, siempre ha tratado de ser eficiente y sostenible en el sentido de la implantación y de la orientación del edificio. Hay muchos factores que se han tenido en cuenta a la hora de diseñar. Es cierto que ahora han cobrado un papel más relevante e, incluso, en algún proyecto se han convertido en el objetivo principal del diseño. Es vital y positivo que nuestros edificios tiendan al consumo nulo y que sean sostenibles, que tengamos en cuenta a los proveedores locales, el uso de materiales de proximidad o su capacidad de reciclaje y reutilización.
Lo que se mantiene inalterable es la forma de acercarse a los proyectos, su concepción. Siempre estudiamos el lugar, su historia, buscando pistas que hagan que cada proyecto sea único precisamente por pertenecer a ese lugar, eso nos lleva a que todos nuestros diseños son diferentes y expliquen una pequeña historia, que tengan alma. Sin duda, las nuevas formas de trabajar nos han permitido cometer menos errores y anticipar problemas de ejecución. Procuramos mantenernos al día de todo cambio que nos ayude a ejercer mejor nuestra profesión y a ser más eficientes como firma.
Este artículo aparece publicado en el nº 599 de CIC, págs. 34 a 35.
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