El pavimento de madera, gracias a su evolución tecnológica y al riguroso control de calidad en su fabricación, se ha consolidado en muchas latitudes como una solución de alto valor añadido. No solo aporta un confort térmico y sensorial difícil de igualar, sino que representa una opción claramente sostenible. Las plantaciones forestales gestionadas de forma responsable, de las que se abastece el sector, actúan como auténticos sumideros de CO2, contribuyendo de forma directa a la reducción de la huella ambiental de los edificios.
Definimos el pavimento de madera o parqué como aquel pavimento formado por piezas individuales de madera maciza o madera laminada colocadas con distintas técnicas como revestimiento de un soporte estructural de la construcción, ya sea forjado, solera u otra estructura primaria. En una construcción, los pavimentos de madera cumplen distintas funciones como resistencia mecánica y durabilidad, comportamiento ante el fuego y, por supuesto, un alto valor estético y de confort. Su aplicación se extiende desde espacios domésticos hasta usos públicos o industriales. En este artículo abordamos brevemente los pavimentos de madera maciza y rechapados de madera, y comentaremos los revestimientos de suelos laminados y vinílicos tipo SPC.
La evolución que han experimentado los pavimentos de madera maciza, los rechapados de madera o los suelos laminados y vinílicos que visten hogares, oficinas, comercios y múltiples espacios viene determinada por la tecnología y los nuevos materiales que integran unos productos sometidos a estrictas regulaciones legales y sus correspondientes ensayos de conformidad a norma.
La complejidad técnica que envuelve a los pavimentos requiere de un asesoramiento especializado, tanto para el fabricante como para el distribuidor, el prescriptor y el consumidor final, sin olvidar a los agentes de aduana para el correcto control del tráfico de mercancías.
La norma define el suelo de madera como aquel que contiene una capa superior de madera maciza de un grosor mínimo de 2,5 mm, incluyendo o no varias capas complementarias. Por su parte, cuando la capa noble de madera posee un grosor menor de 2,5 mm y mayor o igual a 0,3 mm antes de la colocación, se habla de revestimientos de suelo rechapados de madera.
En función de su sistema de instalación, los pavimentos de madera pueden clasificarse como fijos al soporte —mediante encolado, clavado, enrastrelado o sobre pedestales— o como sistemas flotantes, colocados sobre rastreles o directamente sobre el soporte base. A su vez, según su tipología, se distinguen formatos como el entablado, la tarima, el parqué mosaico, el parqué industrial, el parqué multicapa y el entarugado, cada uno con características técnicas y estéticas propias.
El entablado es un pavimento de madera formado por la simple disposición de tablas adosadas por sus cantos y testas, que generalmente se instalan con el uso de clavos o tornillos sobre rastreles o viguetas, y se emplean cuando el aspecto resistente prima sobre el visual.
Asimismo, la tarima se compone de tablas de madera maciza con machihembrado (ranura y lengüeta) en todo su perímetro, o por lo menos en sus cantos, con un grosor entre los 18 y 23 mm. Su instalación puede ser flotante, cuando las tablas se unen entre sí mediante adhesivo sin fijarse al suelo; encolada, si el adhesivo fija tanto las piezas entre sí como al soporte; o bien sobre rastreles, siguiendo el método tradicional del entarimado.
Hablamos de parqué mosaico como el constituido por la unión de tablillas adosadas unas a otras, pero no unidas mecánicamente entre sí, conformando figuras geométricas de diversa complejidad. Estas tablillas se fijan al soporte mediante adhesivos. Sus caras y cantos están perfectamente cepillados, con un perfil liso, sin relieve ni machihembrado. Dentro de este tipo de parqué se distinguen dos variantes: el lamparqué, que utiliza formatos mayores con longitudes mínimas de 200 a 250 mm, y el parqué taraceado, compuesto por tablillas más pequeñas, generalmente menores de 200 mm.
Respecto al pavimento industrial, diremos que es aquel de madera constituido por tablillas adosadas por sus caras, pero no unidas entre sí, y que descansan en el soporte sobre uno de sus cantos, de forma que el otro canto es el que queda visto y constituye la superficie de uso. Se fabrica como un subproducto de la fabricación del parqué mosaico.
Finalmente, el parqué multicapa es un sistema de suelo de madera multicapa consistente en una capa superior de 2,5 mm de grosor como mínimo y de una o varias capas complementarias que constituyen un alma o soporte y una capa de contrabalance, donde se emplean maderas de inferior calidad, y que contienen un 75% en peso como mínimo de madera o de materiales leñosos.
Los productos de este amplio subsector están estrictamente regulados por normas europeas (EN) y la legislación comunitaria que regula su marcado. Estas normas establecen requisitos que abarcan desde las características físicas de la madera, tolerancias dimensionales y su contenido en humedad. También incluyen pruebas para determinar su dureza (método Brinell), la estabilidad dimensional, la conductividad térmica, su reacción al fuego o el contenido de pentaclorofenol (PCP).
Aunque la normativa y la legislación puedan resultar complejas, su aplicación garantiza una producción de alta calidad que responde con eficacia a las diversas demandas técnicas, estéticas, ambientales y funcionales según el uso previsto del pavimento.
Como se muestra en la tabla, cada tipo de producto debe cumplir con los requisitos establecidos en su norma específica. Además, al tratarse de productos de construcción, están sujetos al marcado CE obligatorio, de acuerdo con la norma UNE-EN 14342:2013 Suelos de madera y parqué. Características, evaluación de la conformidad y marcado, que establece los criterios esenciales para su comercialización en el mercado europeo.
Entre las características que permiten elaborar la Declaración de Prestaciones se encuentran, entre otras, la clase de reacción al fuego (EN 13501-1); la emisión de formaldehído (EN 717-1), donde la madera maciza sin tratamientos suele estar muy por debajo del límite de la clase E1; el contenido en pentaclorofenol (CEN/TR 14823), la resistencia térmica (EN 12664 o la EN ISO 10456), determinada mediante ensayo o por valores tabulados en función de la densidad, y la durabilidad biológica, que se clasifica según la norma UNE-EN 335, considerando en productos multicapa la capa menos durable.
Adicionalmente, a partir de las normas de producto se obtienen los valores que deben reflejarse en las fichas técnicas, esenciales para prescriptores y usuarios. Pongamos como ejemplo uno de los ensayos más representativos —entre otros como impacto, elasticidad o resistencia química—, que es la determinación de la resistencia a la abrasión en suelos barnizados mediante chorro de arena. Este ensayo, descrito en el Anexo D de la norma EN 14354, utiliza ruedas recubiertas con material abrasivo S39 (cuero), cargadas con 10 N, y un chorro de arena de óxido de aluminio. La resistencia a la abrasión se expresa como el número de ciclos en que aparece el soporte de forma continua en 12 de 16 sectores y como mínimo en un sector por cuadrante de la probeta.
De este modo, se establecen los requisitos para las clases de uso (suelos rechapados de madera), como se aprecia en la tabla, en la que se observan las probetas ensayadas.
Aunque lo indicado anteriormente aporta una visión general de los requisitos aplicables a los suelos, en el caso de productos específicos, como los suelos laminados o vinílicos, se aplican normativas distintas y ensayos adaptados a sus particularidades y funcionalidades. Dada su complejidad técnica y el marco normativo que los regula, estas soluciones podrían abordarse en futuros artículos monográficos, ya que requieren un análisis más detallado de las normas y métodos de ensayo que les son propios.
Para los revestimientos de suelos laminados, la norma UNE-EN 13329:2023 es la referencia principal para especificaciones, requisitos y métodos de ensayo, mientras que la norma UNE-EN 16511 es la referencia para los revestimientos de suelo vinílicos tipo SPC (Stone Plastic Composite).
En estas normas de producto se incluyen ensayos como tolerancias dimensionales, resistencia al punzonamiento estático, resistencia a la luz, resistencia a la abrasión, impacto, hinchamiento en grosor, efecto de la pata de mueble y sillas con ruedas, resistencia a la tracción de los ensambles, microrrayado y la resistencia al agua o estanqueidad de las juntas, entre otros.
Al igual que los suelos de madera, los revestimientos de suelos laminados y los revestimientos de suelo vinílicos tipo SPC también están regulados como productos de construcción, lo que implica que deben cumplir con los requisitos establecidos por el Reglamento de Productos de Construcción 305/2011 (RPC). Esto conlleva la obligatoriedad del marcado CE para su comercialización en Europa.
Ambos productos deben declarar sus prestaciones y hacer el marcado CE según la norma EN 14041, que regula los revestimientos resilientes, textiles y laminados. Esta norma establece los ensayos necesarios para determinar propiedades esenciales como la resistencia térmica (fundamental para evaluar su compatibilidad con sistemas de calefacción radiante), la emisión de formaldehído y otras sustancias peligrosas, el comportamiento frente a cargas electrostáticas, la reacción al fuego y la resbaladicidad, entre otras características relevantes para la seguridad y funcionalidad.
Desde el Instituto Tecnológico Aidimme, como laboratorio especializado en materiales y certificación, subrayamos la importancia de verificar las declaraciones de prestaciones (DoP) y las fichas técnicas de estos productos, elaboradas conforme a sus respectivas normas específicas: la UNE-EN 13489 para los parqués multicapa, la UNE-EN 13329 para los revestimientos de suelo laminado y la UNE-EN 16511 para los revestimientos tipo SPC.
En este ámbito, el Instituto Tecnológico avanza también con iniciativas de I+D+I, por ejemplo, para mejorar el control de COVs, con proyectos de desarrollo de bioadhesivos como Adhelig a partir de lignina o Purpol para la recuperación de polioles de la biodegradación de las espumas de poliuretano para adhesivos para la industria de la madera y el mueble.
Este artículo aparece publicado en el nº 603 de CIC, págs. 55 a 57.
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