El gas radón puede estar en altas concentraciones en el interior de nuestras viviendas. Este gas radiactivo se ha convertido en la segunda causa de cáncer de pulmón por detrás del tabaco. La normativa vigente que establece los umbrales de concentración, el Código Técnico de la Edificación (CTE), recogió en 2019 -seis años más tarde de que la Directiva europea obligase a ello- medidas para limitar su entrada en edificios, reduciendo los riesgos asociados a las personas.
Para debatir sobre la importancia que tiene el radón y plantear medidas para contrarrestar sus efectos sobre la salud, Sika ha reunido en una mesa redonda a los principales expertos en esta materia: Jordi Marrot, responsable del Área Técnica del Colegio de l’Arquitectura Tècnica de Barcelona y representante del CGATE en materia de sostenibilidad en varias instituciones; Borja Frutos, arquitecto del Instituto Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja. IETcc-CSIC; y Gema González, Product Engineer Waterproofing en Sika España.
Este interesante debate se ha convertido en el tercer episodio del podcast Desafío Sika 30/50, ya disponible en las mayores plataformas de reproducción como Spotify o Ivoox y en los principales agregadores.
A nivel geográfico, la presencia del radón se da en mayores concentraciones en Galicia, Castilla y León, Madrid, Toledo, Extremadura, Sevilla, Córdoba, toda la cordillera pirenaica, la zona costera de Cataluña como los lugares con mayores concentraciones…
Pero, además de estas zonas, hay que tener en cuenta otras consideraciones. “Por ejemplo, la tipología constructiva, si la vivienda cuenta con un sótano que no se ventila adecuadamente, o tiene paredes y muros de piedra o ladrillo en los que hay una mayor difusión del radón, o pavimentos en contacto con el terreno con soleras que tienen juntas mal selladas”, explica Jordi Marrot.
Las vías propuestas por el CTE para la protección frente al gas radón: cámara de aire, la barrera de protección entre el terreno y el edificio, la despresurización, con la colocación de una canalización de tubos y arquetas que extraen los gases del o un espacio de contención ventilado.
El Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja ha investigado con Sika soluciones de protección frente a este gas que se han materializado en el desarrollo de un sistema de lámina de impermeabilización formado por membranas con un coeficiente de difusión del radón muy bajo, SikaProof, reconocida con el primer DIT (Documento de Idoneidad Técnica) del sector.
“Estas láminas se colocan externas a la estructura, con lo cual envuelve toda la cimentación y lo que esté en contacto con el terreno evitando el paso del radón a la zona habitable”, comenta Gema González.
Sin embargo, “la existencia de espacios cada vez más estancos y herméticos, en los que no hay ventilación exterior para asegurar una mayor eficiencia energética, es uno de los principales problemas que impiden reducir las concentraciones del gas en el interior del edificio”, asegura Borja Frutos.
Aunque la modificación del CTE es reciente, “esta norma establece ya unas pautas de trabajo para obra nueva fundamentalmente, pero con unos flecos técnicos por desarrollar”, cree Borja Frutos. “Lo tenemos normalizado pero muy pensado para obra nueva; el paso es hablar de los edificios existentes que es donde vivimos la mayoría”, complementa Marrot.
De la misma opinión es González: “El CTE es una norma prestacional. Creemos que una barrera es lo más conveniente a la hora de proteger frente al radón, sobre todo en edificación nueva, porque la ventilación es muy difícil de controlar, los edificios son cada vez más estancos. Aunque la normativa exige una ventilación con renovaciones por hora muy específicas, en muchos lugares no se cumple, sobre todo en zonas bajo sótano en donde la gente trabaja… Son factores de riesgo a tener en cuenta”.
La Organización Mundial de la Salud recomienda formar a los profesionales de la construcción y ofrecer ayudas para eliminar o reducir el radón de los edificios existentes. Sin embargo, los expertos creen que el Gobierno no está llevando a cabo una campaña incentivadora para mitigar los efectos de este gas.
“Hay pocos incentivos, hay un Real Decreto de Rehabilitación que sí incorpora el tema del radón, pero existen experiencias en otros países con ayudas más importantes”, piensa Frutos. “En España vamos con muchísimo retraso con respecto a otros países; se ha incorporado tarde en el CTE, y no tiene una trayectoria de investigación muy alta, como pueda haber en Reino Unido (que tiene del orden de medio millón de medidas a nivel nacional para clasificar el territorio, cuando en España hay alrededor de 12.000), Irlanda, Alemania, Suecia, EEUU, Canadá…”.
Para concienciar e informar sobre los efectos que tiene este gas nocivo en la salud, estos expertos solicitan que se incorpore el radón en el certificado de eficiencia energética como un factor de compraventa o alquiler, como ya sucede en otros países europeos. También en las Inspecciones Técnicas de Edificios e incluso en los certificados sostenibles Leed o Breeam, tal como ocurre en otros países como en Francia.
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