Uno de cada seis europeos (84 millones de personas) vive en una casa insalubre, cuyos costes anuales, directos e indirectos, para las arcas de la Unión Europea ascienden a 194.000 millones de euros. Además, el 73% de los propietarios europeos indican que lo que les ha movido a llevar a cabo la rehabilitación ha sido mejorar su bienestar. Así se desprende de las conclusiones del ‘Barómetro de la Vivienda Saludable 2018’, presentado recientemente en Bruselas por el Grupo Velux. Este estudio paneuropeo, que alcanza este año su cuarta edición, tiene como objetivo tomar el pulso del estado en el que se encuentran los edificios en Europa y examinar los efectos de la vivienda en la salud de sus habitantes.
De acuerdo con este estudio, España es el segundo país de la Unión Europea en el que más ha crecido el extrarradio en los últimos 50 años; de hecho, la población española en áreas suburbanas ha alcanzado un crecimiento del 139% en las últimas décadas (de 1961 a 2011), frente al 47% que se ha producido en el resto de Europa. Además, casi la mitad del parque inmobiliario español ha sido construido antes de 1979 y, en Europa, dos de cada tres edificios habitados tienen más de 40 años, “con el peligro de convertirse en espacios insalubres para la población”.
Principales barreras para la rehabilitación
En este contexto, la rehabilitación juega un papel muy importante y supone, según el barómetro, un desafío: “Para incrementar la tasa de rehabilitación, debemos acabar con las barreras más comunes con las que se encuentran los propietarios y, a la vez, desarrollar políticas eficaces”. Según la Comisión Europea, nos encontramos principalmente las siguientes barreras:
• La información: la falta de información accesible y fácil de entender sobre los beneficios de la eficiencia y el confort derivados de la rehabilitación.
• Incentivos repartidos: especialmente en el caso de las viviendas de alquiler, los inquilinos no suelen acometer una rehabilitación porque su incentivo tiene una limitación temporal; los propietarios, porque no se ven como beneficiarios directos de la inversión.
Existen ciertas tecnologías para llevar a cabo rehabilitaciones rentables, pero para que el mercado dé el giro necesario hace falta que las soluciones se adapten y se simplifiquen, según el ‘Barómetro de la Vivienda Saludable 2018’
• Falta de visión del “estudio de viabilidad”: incapacidad o falta de interés por ver la rehabilitación como algo positivo, una inversión a largo plazo y para calcular los gastos y beneficios (como, por ejemplo, el correspondiente aumento de valor de reventa de la vivienda).
• Costes operativos elevados para proyectos pequeños: en rehabilitaciones pequeñas, los costes que suponen poner en marcha el proyecto y encontrar los constructores adecuados pueden ser excesivamente elevados.
• Mercados de valores: especialmente en vista de la crisis financiera de 2008, las entidades crediticias son menos activas a la hora de facilitar este tipo de inversiones, y hay cierta falta de acceso a la información sobre financiación.
Soluciones: incentivos
Como se recoge en el ‘Barómetro de la Vivienda Saludable 2018’, para romper las barreras de la rehabilitación hay, principalmente, dos tipos de incentivos: “Por un lado, los incentivos por recompensa (por ejemplo, las subvenciones) pueden ser eficaces, pero deben aportar algo más, por ejemplo, deben impulsar los proyectos de rehabilitación que de otro modo no se habrían llevado a cabo; por otro, los incentivos por requisito (por ejemplo, mediante la legislación) también pueden catalizar la actividad de rehabilitación”.
En este sentido, el informe hace referencia a la reciente revisión de la EPBD (Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios), que incluye requisitos para el clima interior y que, “de ser implementados correctamente por los estados miembros, debería promover
la rehabilitación y los edificios más saludables y eficientes en toda Europa”.
En todo caso, el ‘Barómetro de la Vivienda Saludable’ de este año incide en la idea de que promover la rehabilitación no es solo responsabilidad de los políticos y los legisladores, sino que la industria de la construcción -fabricantes y constructores- también tiene su parte de responsabilidad: “Existen ciertas tecnologías para llevar a cabo rehabilitaciones rentables, pero para que el mercado dé el giro necesario hace falta que las soluciones se adapten y se simplifiquen”, concluye.
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