La progresión de la implantación de redes de calor con biomasa en nuestro país es claramente positiva; desde 2010, cuando el recién creado Observatorio inventarió las 30 primeras, el número de instalaciones se ha multiplicado casi por 15, hasta las 433 localizadas a finales de 2020, y a las que hay que añadir medio centenar en distintos estados de desarrollo.
Además, las tres cuartas partes de todas las redes de calor existentes en el país funcionan con biomasa en lugar de utilizar combustibles fósiles, lo que, como subrayan desde Avebiom, “es un buen apoyo a la transición energética en marcha”.
Según Javier Díaz, presidente de la asociación, “aunque es una progresión que no se estanca, resulta más lenta de lo que cabría esperar si nos comparamos con otros países de la UE. Es necesario un mayor compromiso de las administraciones en todos sus niveles, desde ayuntamientos al Estado, puesto que las redes de calor con biomasa pueden jugar un papel fundamental en la descarbonización del suministro de energía térmica en los sectores residencial, servicios e industrial de España”.
Avebiom ha presentado recientemente al Gobierno de España un ambicioso proyecto para favorecer la implantación de 100 nuevas redes de calor con biomasa en municipios de menos de 5.000 habitantes.
Cataluña y Castilla y León se sitúan a la cabeza, tanto en número de redes como en potencia instalada, aunque en la primera se observa una mayor vocación pública y en la segunda más instalaciones en el ámbito residencial privado.
La mayoría de las redes de calor con biomasa se localizan en el medio rural, aunque las de mayor potencia se encuentran en ciudades de entre 50.000 y 300.000 habitantes.
En 2021, tres redes de calor en ciudades con más de 50.000 habitantes podrían comenzar a dar servicio: Pamplona (Barrio de Txantrea); Vitoria/Gasteiz (Barrio de Coronación); y Pontevedra (Universidad de Vigo).
En función de la demanda térmica que atienden las redes, y fijando el valor de 1 GWh/año como referencia, en España se han diferenciado 55 redes y 378 microrredes.
La mayor parte de las redes consume astilla forestal, aunque las redes más pequeñas, con potencia inferior a 1 MW, pueden utilizar también pellet. El uso de otros biocombustibles, como el hueso o el biogás, es testimonial de momento.
Según el uso de los edificios conectados, Avebiom ha detectado que el 75% de las redes inventariadas suministran energía a algún edificio de uso público, como piscinas cubiertas, residencias de mayores, centros educativos, edificios administrativos o centros culturales. En muchas ocasiones, incorporar estos edificios con una importante demanda térmica anual facilita la viabilidad del proyecto global.
El 22% de las redes inventariadas suministra energía a edificios privados, fundamentalmente viviendas, y también a instalaciones de la hostelería o centros deportivos privados. La mitad de las redes privadas conectan bloques de viviendas, la mayoría en barrios de más de 40 años y que ya contaban con calefacción central, rehabilitados con una nueva sala de calderas de biomasa, más eficiente.
En cuanto a la conexión de industrias a redes de calor con biomasa, hasta la fecha, el Observatorio ha inventariado tan solo cuatro redes en polígonos industriales para abastecer a más de un usuario.
Desde Avebiom apuntan que las redes de calor con biomasa son una “inmejorable” solución para luchar contra el cambio climático, gracias a su capacidad para reducir las emisiones en el ámbito urbano y, también, para combatir la pobreza energética: “Sustituir cientos de chimeneas de calderas independientes de combustibles fósiles, muchas de ellas obsoletas o con mantenimiento insuficiente, por una red de calor con biomasa que cuenta con una moderna sala de calderas equipada con tecnología puntera y gestionada de forma profesional permite un estricto control de emisiones y que la instalación en conjunto sea más eficiente, rentable y sostenible medioambientalmente”.
Acceso y descarga del informe “Redes de calor con biomasa 2020” de Avebiom AQUÍ.
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