En los próximos años, es probable que el cambio climático incremente la frecuencia de las lluvias torrenciales en toda Europa. En algunas zonas, el aumento de las temperaturas dará lugar a tormentas cada vez más habituales e intensas, así como inundaciones repentinas. Pero, en otras, se registrarán olas de calor y sequías.
Esta sucesión de fenómenos meteorológicos adversos, como son las Danas o el calor extremo, está cambiando la forma de construir y rehabilitar los edificios y, con ello, empujando a la transformación de un sector, como es el de la impermeabilización, cada vez más profesionalizado y garantista.
Así, ante las posibles inundaciones, desde AIFIm, la Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización, siempre apuntamos a la importancia de la función de resistencia de la edificación a través de una correcta impermeabilización tanto de muros de sótano o garajes como de fachadas y cubiertas. Actuar sobre estos elementos es una medida de protección que permite evitar filtraciones, eliminar las fisuras y rutas de penetración del agua.
A su vez, las fuertes lluvias también demandan una adecuada gestión del agua desde las cubiertas, bien sea ralentizando el caudal a través de la escorrentía o acumulando el agua para su aprovechamiento.
En este sentido, la construcción de sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS) está ganando relevancia como una forma más eficiente y ecológica de gestionar las aguas pluviales.
Estos sistemas, que requieren de un mantenimiento regular, permiten la recogida, laminación y aprovechamiento posterior de las aguas o bien su infiltración lenta al terreno, regulando y retrasando el vertido de caudales en las redes de saneamiento público.
Asimismo, normalmente los episodios de lluvia torrencial provocan variaciones en los niveles freáticos y escorrentías bajo rasante, por lo que es fundamental impermeabilizar la estructura enterrada. Y, ante un fenómeno en forma de granizo, es importante la resistencia al punzonamiento de la impermeabilización vista.
Desde el punto de vista del instalador, los especialistas en impermeabilización de Anedi, la Asociación Nacional de Especialistas en Impermeabilización, creen que estos eventos climáticos no solo presentan nuevos retos, sino que también exigen una constante adaptación en las técnicas de instalación y en los materiales empleados.
Aunque, en general, las láminas de impermeabilización (asfálticas o bituminosas, sintéticas y membranas líquidas) cumplen perfectamente su función de ofrecer una protección continua y a largo plazo contra el agua, la demanda de soluciones impermeabilizantes más duraderas y resistentes es mayor.
En nuestro sector también tenemos que estar preparados ante las olas de calor extremo, ya que pueden afectar a la durabilidad de los sistemas de impermeabilización. Para evitar el desgaste de estos materiales, una de las soluciones más eficaces es la instalación de una cubierta fría o cool roof.
Las cubiertas reflectantes cool roof, que emplean materiales con alta reflexividad solar, permiten alargar la vida útil del sistema constructivo impermeabilizante y aislante, al tiempo que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, al disminuir el consumo energético y el efecto de la isla de calor.
Este tipo de cubiertas mitigan el calor que se transmite al edificio y permiten reducir hasta 3ºC la temperatura interior, aportando un ahorro de hasta un 20% del consumo energético. Esto no solo mejora la eficiencia energética, sino que también protege la durabilidad de los sistemas de impermeabilización, lo que, a su vez, disminuye la necesidad de un mantenimiento costoso o de reparaciones debido a daños prematuros en los materiales.
Tanto desde AIFIm como desde Anedi pensamos que el mercado ha evolucionado hacia soluciones impermeabilizantes que ofrecen una mayor capacidad de protección, adherencia y resistencia, pero siempre dentro del contexto de un enfoque integral que valore todas las opciones disponibles en los diferentes proyectos de ejecución.
Pero, ante todo, la prevención es clave y el sector de la impermeabilización ha experimentado un cambio en positivo. Ahora el instalador no solo se centra en la reparación de los sistemas existentes, sino que también tiene que ser capaz de ofrecer soluciones preventivas que protejan la estructura de los edificios ante la posible aparición de daños o patologías graves. El mantenimiento preventivo es esencial para garantizar el rendimiento y prolongar la vida útil de los sistemas de impermeabilización.
Desde AIFIm estamos convencidos de que el trabajo en equipo entre fabricantes e instaladores se torna fundamental para mejorar la sostenibilidad de los edificios y hacerlos cada vez más resilientes a los fenómenos atmosféricos extremos. Y, en este camino, la capacitación y formación continua es una necesidad.
Al igual que los fabricantes tenemos que saber cómo realizar una correcta instalación de nuestras soluciones, los instaladores deben conocer en profundidad las propiedades de los productos disponibles y dominar las diferentes técnicas de aplicación, incluso en condiciones climáticas adversas.
Todo ello ha de ser hecho teniendo en cuenta los riesgos climáticos a los que se ven sometidos la fachada, los suelos, las cubiertas y los muros. A su vez, estas partes de las edificaciones dependen, entre otros factores, del tipo de terreno y la ubicación del inmueble, por lo que la ejecución de las soluciones planteadas debe ser siempre realizada por técnicos competentes.
Este artículo aparece publicado en el nº 601 de CIC, págs. 44 a 46.
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