¿Cómo afrontar el reto de descarbonizar los centros urbanos?

La Xarxa Espavilada de Olot (Red de Distrito Inteligente de Calefacción y Refrigeración de Olot) es en varios aspectos un ejemplo de rehabilitación urbana. En primer lugar, hace que un clúster de edificios de unos 40.000 m2 en el centro histórico de la ciudad funcione, en cuanto a su climatización y ACS, utilizando energías exclusivamente renovables, eliminando por completo las emisiones de CO2 asociadas. Pero a la vez es una muestra de que, también dentro de un denso y complejo tejido urbano, se puede implantar una central de energías verdes, generado a partir de recursos locales como la biomasa, geotermia y fotovoltaica. Utilizando la planta baja y sótano de un antiguo hospital municipal para las instalaciones y convirtiéndolo en un escaparate de la transición energética, se crea consciencia entre la población, mientras que la tan necesaria descentralización de la generación de energía también se hace realidad.

El Ayuntamiento de Olot concibió en el año 2014 que dentro de su centro histórico se presentaba una gran oportunidad en cuanto a la introducción de energías verdes y de rehabilitación urbana. Por un lado se iba a ejecutar la cimentación del aparcamiento subterráneo del nuevo mercado municipal, con lo cual se podría aprovechar aquella fase de la construcción para ejecutar una serie de pozos de geotermia. A la vez, había alrededor del mercado unos edificios municipales con varios usos y también un hospital a punto de ser abandonado: el Hospital de Sant Jaume.

A partir de allí, el ayuntamiento convocó un concurso para la construcción y explotación durante 15 años de una 'red de distrito de calefacción y refrigeración' que conectaría edificios tan diversos como unas residencias, un centro cívico, un museo, un centro educativo y en el futuro también el antiguo hospital, una vez que se hubiera convertido en oficinas administrativas. La ingeniería local Wattia-Innova, conocido por sus proyectos de eficiencia energética, buscó la fuerza de Gas Natural Servicios para crear una UTE, de forma que explotarían juntos la red, mientras que para su diseño y la construcción se formó un equipo técnico donde también se uniría la ingeniería Aiguasol, expertos en redes de distrito y proyectos energéticos de escala urbana. Y de cara a la integración de la central dentro de un edificio existente, ubicada a una de las principales calles de la ciudad con una fachada urbana importante, también se incorporó el estudio de B01 arquitectes, ganador del premio nacional de urbanismo y miembro activo del Green Building Council España.

La complejidad de construir semejante instalación en un contexto urbano denso, e incluso histórico en este caso, es mucho mayor que cuando se realiza como parte de un plan urbanístico de nueva creación

Este equipo ganó el concurso a finales de 2014 con una propuesta que convertía la central en un hito urbano y que sumaba tres diferentes fuentes de energías renovables para que juntos pudieran proveer los necesarios kWh de frío y calor. En primer lugar, la geotermia (180kW) iba a generar agua fría en verano y agua caliente en invierno. La biomasa -dos calderas de 600kW en total- daría el calor necesario para climatización y ACS. Y por último, el sistema se complementaría con un campo solar en el techo del antiguo hospital de 25kW, con lo cual se bombea toda el agua a temperatura hacia los clientes.

Arraigamiento local

Un diferencial que ha motivado que la propuesta se haya distinguido de manera positiva ha sido el arraigamiento local. La apuesta por el uso de biomasa en Olot no tiene que ver solamente con el clima, sino también con el hecho de que la comarca de la Garrotxa cuenta con un territorio forestal importante, cuya gestión ha creado una industria local seria de producción de astilla. Se ha contado con la cooperativa de la Fageda para el suministro de este combustible, fomentando así la economía local y de proximidad.

El significado de insertar una central de energías dentro de un edificio existente no se puede menospreciar, teniendo en cuenta que la transición energética requerirá una descentralización de la producción de energía y a diferentes escalas. La red inteligente de Olot es innovador en el sentido que muestra que se puede insertar también dentro de un tejido urbano denso y consolidado una infraestructura sostenible, independizando en este caso 40.000 m2 de las redes de energía tradicionales, alimentadas por energía fósil.

El antiguo hospital de Sant Jaume será en un futuro, probablemente, un edificio administrativo municipal y la combinación de la función de 'central de energías verdes' con el futuro uso administrativo no era un asunto fácil desde el punto de vista normativo

La complejidad de construir semejante instalación en un contexto urbano denso, e incluso histórico en este caso, es mucho mayor que cuando se realiza como parte de un plan urbanístico de nueva creación. Pero teniendo en cuenta que no se prevé en un futuro próximo un crecimiento considerable de las ciudades en España, por razones económicas y demográficas, queda claro que será dentro del territorio urbano actualmente consolidado donde se tienen que sustituir o transformar las redes de energía existentes. Por lo tanto, el proyecto de Olot es un ejemplo a seguir para muchas ciudades que quieren eliminar sus emisiones de CO2, optando por fuentes energéticas diversificadas y puntos de suministro descentralizados y eficientes. En este aspecto la visión que ha tenido el Ayuntamiento de Olot podrá ser aplicable también en otros municipios que quieren afrontar el reto de descarbonizar sus centros urbanos y donde se presenta una ocasión para ello.

Complejidad desde el punto de vista normativo

El antiguo hospital de Sant Jaume será en un futuro, probablemente, un edificio administrativo municipal y la combinación de la función de 'central de energías verdes' con el futuro uso administrativo no era un asunto fácil desde el punto de vista normativo. No se contemplan aún en edificios multiuso la creación de centrales de energías cuyas fuentes no se basan en combustibles fósiles de semejante potencia y, por lo tanto, el proyecto ha tenido que cumplir con las exigencias más estrictas de diferentes regímenes.

A la vez se presentaba en este edificio la posibilidad de crear, mediante esta rehabilitación, una combinación insólita de una envolvente tradicional, vulgar y simple, con un contenido tecnológicamente innovador y hasta futurista. Los suelos de terrazo de diferentes colores se han mantenido y corresponden claramente a una vida anterior, como en el caso de la actual sala de acumulación, que anteriormente era una sala de partos.

También la sencilla estructura portante, de viguetas de hormigón con revoltones, y el acabado exterior de ladrillo, contrastan con la materialización de la parte nueva de la fachada, que comunica de manera directa con su entorno. Se han posicionado ventanas en sitios estratégicos, mostrando no solo la maquinaria sino también una serie de rótulos explicativos. A la vez se ha colocado un panel informativo retroiluminado que muestra los datos básicos de la instalación, culminando en la conclusión del ahorro de 750 toneladas de emisiones de CO2 al año. Paneles de metal deployé confirman el carácter moderno e industrial de la intervención y protegen la sala de calderas de una insolación excesiva en verano, permitiendo al mismo tiempo la ventilación natural de la misma. La imagen arquitectónica resultante de la intervención es, por lo tanto, expresiva y coherentemente sostenible.

La visibilidad de la central y su incidencia en el espacio público eran un aspecto importante para el ayuntamiento y a la vez para la UTE. Ambos tenían obviamente un interés en mostrar su capacidad innovadora pero, a la vez, había un objetivo social por parte de la administración pública en cuanto a la información que se tendría que dar a la población. La transición energética afectará la vida de todos y cuanto antes esté el público general concienciado de la necesidad y de las posibilidades que se presentarán gracias a ella, antes se realizará. De allí la imperativa de no solo limitarse a la instalación de este sistema de energías sostenibles, sino además mostrarlo de una manera didáctica. No es casual en este sentido que el ayuntamiento escogiera para la central un espacio en una de las calles más transitadas de Olot: se trata de una fachada urbana de impacto.

Complejidad que induce a la eficiencia

Intervenir en un centro urbano conlleva una complejidad que induce a la eficiencia. La mezcla de usos que se encuentran en los edificios conectados demuestra una diversidad de necesidades amplia, y con esto, las necesidades y horarios se compensan entre ellos. El tope del consumo de calor se encuentra por la mañana, cuando la demanda de ACS en las residencias es lo más grande, y después arrancan los sistemas de climatización, que necesitan menos intensidad. Demandas más y menos elevadas se intercalan, y durante el año, según las estaciones, van cambiando también entre frío y calor. Es esta diversidad lo que hace que la red, apta y dimensionada para responder a las diversas necesidades, llegue a ser eficiente.

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