Coincidiendo con la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo 2014, la Fundación Renovables ha preparado un documento en el que asegura que el cambio climático “nos ha cargado de razón para hacer lo que en cualquier caso había que hacer: optar por un escenario económico bajo en carbono, en energía y en recursos naturales con un sistema energético sostenible enmarcado en una Política Energética Común (PEC) para la UE”.
En este documento, que fue presentado el 29 de abril en Madrid durante la jornada “La energía: un desafío para el nuevo Parlamento Europeo” y que ha sido entregado a las principales formaciones políticas, la Fundación defiende que para conseguir dicho objetivo son imprescindibles mayores competencias de la UE en el sector energético y realiza un exhaustivo análisis del escenario en el que nos encontramos, planteando que lo más urgente “es actualizar las hojas de ruta 2050, para que respondan a los objetivos más ambiciosos (obligación de resultados) coherentes con las exigencias recientes del IPCC”.
Considera, asimismo, que hay que revisar esta exigencias, sobre todo la referente a energía, para resolver “la incoherencia” resultado del principio de “neutralidad tecnológica” en materia energética, que “sitúa la tecnología nuclear como opción de futuro sustrayéndose a la exigencia de sostenibilidad además de baja en carbono”. De acuerdo con la Fundación, éste es un aspecto ya superado en el paquete 20-20-20 para 2020.
En cuanto a su aplicación, Fundación Renovables “exige una mejor instrumentalización política, pasando a la categoría de políticas comunes lo que ya son de facto políticas muy comunitarizadas en materia de cambio climático y energía, indisolublemente relacionadas”. Por todo ello, hace una serie de propuestas, entre las que figuran:
-Reforzar las medidas en curso para asegurar el cumplimiento por los estados miembros del paquete 20-20-20 para 2020, y muy en particular de los objetivos, en riesgo de no alcanzarse, en renovables y eficiencia energética; una revisión de la hoja de ruta 2050 para una economía baja en carbono en la que se acote el horizonte 2050 que actualmente plantea un margen de reducción de las EGEI entre el 80 y el 95% y se centra en el objetivo menos ambicioso para que priorice el del 95% como coherente con las exigencias del informe reciente del IPCC.
-Revisión en consecuencia de la hoja de ruta 2050 para la energía, con la práctica descarbonización del sector energético implicando, por un lado, una desenergización más ambiciosa de la economía, para un desacoplamiento absoluto de la energía, con reducciones de más del 40% en el consumo de energía final y un sistema de generación eléctrico basado en renovables y renunciando a la nuclear como incompatible con el principio de sostenibilidad.
-Imprescindible y oportuna mayor comunitarización de la política energética con mayores competencias de la UE en el sector energético para, finalmente, convertirla en una verdadera política energética común (PEC), y con recursos presupuestarios comunitarios suficientes; el establecimiento de impuestos energéticos comunitarios para financiar la nueva PEC, y en particular en materia de keroseno de aviación y carburantes en general, de EGEI o CO2 (que sustituya progresivamente o complemente el poco eficiente mercado de permisos de emisión), y de la electricidad de fuentes no renovables.
-Revisión urgente de los objetivos planteado por la CE para el horizonte 2030, acordes con las nuevas hojas de ruta 2050 y que exige incrementar la reducción de EGEI del 40 al 55% e incrementar el peso de las renovables en la energía final del 27al 45% y vinculante para todos los estados miembros como aplicación de la superación del principio de neutralidad tecnológica, además de fijar un objetivo en materia de eficiencia energética para 2030, superior al 40% en línea con la reducción del consumo de energía final exigida para 2030 con respecto a 2005-2006.
-Desarrollo de un plan estratégico de interconexiones eléctricas entre los países europeos para el periodo 2015-2050 que permita la progresiva implantación de un sistema eléctrico 100% renovable y en el que se descarte la construcción de líneas que den servicio a centrales térmicas de carbón o nucleares, nuevas o existentes.
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