Mario Fernández Cadenas, arquitecto, máster en Construcción y Tecnología Arquitectónicas, doctorando sobre Principios Biomiméticos en el Diseño de Envolventes Adaptativas
La idea de adaptabilidad en arquitectura no es nueva; desde siempre, los edificios han tratado de adaptarse a su entorno, tanto a las condiciones climatológicas como a los medios materiales disponibles. A un nivel profundo, de hecho, la propia arquitectura puede ser considerada como una forma de adaptación del hombre al medio en que vive, transformando ese mismo medio. Sin embargo, el concepto de arquitectura adaptativa se utiliza actualmente en un sentido más restringido: la adaptación se entiende de forma dinámica, como un proceso continuo que forma parte del diseño y funcionamiento del edificio más que como el resultado de una decisión u operación concreta.
La arquitectura adaptativa se caracteriza por la presencia de sistemas dinámicos, con múltiples parámetros que cambian de forma diferente en el tiempo, de sistemas no lineales, con parámetros que tienen diferente comportamiento en diferentes contextos o zonas climáticas, de sistemas multidimensionales, en los que diferentes mecanismos interactúan entre sí de forma compleja.
La adaptación se realiza principalmente a nivel de la envolvente, por ser ésta la principal responsable de la regulación higrotérmica y del intercambio de
energía y de otros flujos con el entorno, por una parte, y de la imagen del edificio por otra. La envolvente es entendida como una tercera piel, una membrana viva que, a semejanza de la piel humana, es capaz de intercambiar de forma activa materia y energía con el entorno.
Aunque el antecedente más conocido es el Instituto del Mundo Árabe, de Jean Nouvel, de 1987, la pri- mera propuesta de envolvente adaptativa se produjo unos años antes, el ‘Polyvalent Wall’ de Mike Davies, en 1981; esta fachada polivalente debía controlar y regular todos los flujos de energía por sí misma, incluyendo la energía que necesitaba para su propio funcionamiento.
Desde entonces, el camino recorrido por la arquitectura adaptativa ha sido incierto, entre la esperanza por las aportaciones de edificios concretos -normalmente de alto presupuesto- y prototipos experimentales, y la decepción por las dificultades para su implantación de forma generalizada y la falta de continuidad de este tipo de propuestas. Los sistemas cinéticos, con fachadas móviles, son los que mayor desarrollo han alcanzado. Por ejemplo, las torres Al Bahar tienen un complejo sistema de sombreamiento dinámico en el que cada una de las piezas se mueve de forma independiente, en reacción a los rayos de sol y a los fuertes vientos de la zona.
Otros sistemas son más experimentales. La fachada ‘Algae Bioreactor Façade’ está formada por paneles que contienen microalgas, que actúan de filtro solar dinámico, con mayor densidad de microalgas en épocas soleadas y menor densidad en épocas con menor radiación, conectados al resto de siste- mas del edificio de forma que favorecen la captación, distribución, almacenamiento y uso de energía solar térmica, y que se utilizan además como biomasa para producir energía de fuente renovable.
En los últimos años, agotada la arquitectura espectáculo del star-system, se ha producido un aumento del interés en la arquitectura adaptativa. Por una parte, la creciente necesidad de ahorro energético que este tipo de envolventes permite, junto con el mayor confort derivado de su capacidad de adaptación a diferentes condiciones de contorno, la especial cualidad arquitectónica, alejada del formalismo y vinculada al propio funcionamiento del edificio y su capacidad para servir como motor de innovación, hacen de la arquitectura adaptativa uno de los territorios más prometedores en el mundo de la arquitectura.
No todo son bondades, sin embargo; aún hay muchos retos que vencer. En primer lugar, su carácter dinámico convierte el diseño de envolventes adaptativas en diseño de un proceso, más que en diseño de un artefacto, por lo que los métodos tradicionales son inadecuados y se requieren nuevos métodos de diseño.
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Este artículo completo aparece publicado en el nº 545 de CIC, págs. 50-53.
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